martes, 8 de marzo de 2011

LA TAXONOMIA DE BLOOM A TRAVÉS DE LOS AÑOS

LA TAXONOMIA DE BLOOM A TRAVÉS DE LOS AÑOS
            B.S. Bloom ha sido el principal defensor de la aplicación de estudios taxonómicos al campo de las ciencias de la educación con la finalidad de organizar jerárquicamente los objetivos educativos bajo principios didácticos, psicológicos, lógicos, objetivos y estructurales o de la complejidad creciente. Sin embargo, la taxonomía propuesta por Bloom ha sufrido algunas modificaciones con las que se intenta seguir el ritmo de la evolución educativa, por lo que vale la pena saber ¿qué rasgos conserva esta taxonomía y cuáles se han sustituido? Y también ¿cuál podría ser el medio más eficaz para hacer frente a las nuevas tendencias educativas ?
            Este trabajo tiene la finalidad de analizar similitudes y diferencias entre 3 distintas versiones de la taxonomía de Bloom, así como sugerir al menos una alternativa que permita un acercamiento a lo que se busca ahora en la educación. Se considerará para esto un enfoque psicopedagógico.
            La taxonomía que Bloom propuso en 1956 ha conservado hasta la actualidad algunos rasgos, particularmente de forma, pero de fondo ha sufrido grandes transformaciones. La propuesta de Bloom considera 6 categorías ordenadas jerárquicamente de la más simple a la más compleja: conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación. Como puede observarse, estas categorías están planteadas como sustantivos. En cambio, la revisión que Anderson y Krathwohl hicieran a esta propuesta en el 2000, y la revisión de Churches considerada para la era digital en el 2008, plantean las categorías como verbos, es decir, recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear. En la propuesta original, el nivel de síntesis está en la posición cinco y la evaluación es el último; mientras que en las dos revisiones mencionadas, los autores proponen la evaluación en el quinto nivel y dejan en el sexto a la categoría que denominan Crear. Desde mi perspectiva,  y por los logros que se buscan en este nivel, tiene su equivalente en la síntesis (p.ej. formar el todo, reorganizar elementos, hacer algo nuevo, etc.). También se destaca el uso de palabras indicadoras como elementos que deben incluirse en la tarea; (p.ej. El alumno define, compara, categoriza, modifica, convence, etc.). En cambio, las versiones revisadas utilizan verbos indicadores de procesos cognitivos asignados a tareas; (p.ej. escriba las tablas de multiplicar, redacte un título para un pasaje corto, elabore un presupuesto, destaque información relevante, escoja un método apropiado para resolver un problema, esboce un trabajo de investigación, etc.). Es evidente que en las revisiones hechas se han considerado ciertos criterios que permiten a la propuesta original adaptarse a una realidad cambiante que le da mayor importancia al pensar-haciendo y al hacer-pensando.
            En la taxonomía de Bloom, el autor reconoce los tres primeros niveles o categorías como básicos y los últimos tres los considera de orden superior. Lo básico de los niveles se aprecia en el tipo de habilidades de pensamiento que se promueven (p.ej. reconocer características, buscar semejanzas, definir, resolver un problema, entre otros). En tanto que los niveles de orden superior involucran y demandan habilidades de pensamiento mucho más complejas (p.ej. derivar conclusiones, discriminar ideas, descomponer el conocimiento en sus partes y otras). Para desarrollar habilidades de orden superior se requiere que los estudiantes pongan en práctica las habilidades básicas pero llevándolas más allá y, persiguiendo un fin más complejo y específico (p.ej. comparar algunas teorías y seleccionar la que más se adapta a una determinada situación, probar una propuesta, etc.). Datos como estos deben hacernos pensar que es necesario generar acciones que impulsen la adquisición de habilidades para pensar y promuevan al mismo tiempo el desarrollo para lograr objetivos de mayor nivel con los estudiantes.
            En las tres versiones de la taxonomía de Bloom, las seis diferentes categorías, sin importar el nivel jerárquico en que se encuentran, implican la demostración de habilidades de pensamiento, es decir, procesos para pensar que pueden ser simples o complejos. En la taxonomía original y en la revisión hecha a esta en el 2000 por Anderson y Krathwohl, las habilidades de pensamiento en los niveles de conocimiento, comprensión y aplicación involucran procesos como observar, comparar, ordenar, agrupar, inferir, considerar consecuencias, describir, clasificar, etc. Sin embargo, las habilidades de pensamiento en los niveles de análisis, síntesis y evaluación (analizar, evaluar y crear), se consideran procesos como discernimiento, argumentación, categorización, creatividad, planificación, toma de decisiones, construir, inventar. Sin dejar fuera a los procesos del mismo nombre que las categorías. Cabe señalar que la revisión hecha por   Churches en el 2008 deja para el primer nivel (informar) algunos procesos como observación o descripción, sin embargo, a partir del segundo nivel (comprender hasta crear), considera habilidades de pensamiento complejo como criticar, planear, monitorear, debatir y otras de igual o mayor complejidad.  Puede decirse entonces, que las tareas educativas con las que se pretenden alcanzar los objetivos de una sesión o curso, requieren de mucha creatividad por parte del docente, pero también requieren de la incorporación de los procesos de pensamiento como parte fundamental de las estrategias de aprendizaje.
            En síntesis, la taxonomía de Bloom ha sido revisada en dos momentos específicos buscando respuesta a los problemas y retos que la sociedad moderna demanda de la educación. Aunque en su forma parece ser similar, el fondo ha cambiado mucho con estas revisiones;  parece ser sólo un asunto de conceptos, sin embargo hay mucho más. Es la transformación de sustantivos en verbos, de palabras indicadoras a verbos indicadores, de tareas educativas a actividades que requieren orden y orientación para su realización y de simples demostraciones de alguna habilidad intelectual a la utilización consciente y razonada de habilidades de pensamiento. Por lo tanto, es necesario que el trabajo educativo del docente se encamine a la enseñanza de los procesos necesarios para pensar y que sea a través de estos procesos que los estudiantes aprendan, aprehendan y transformen el conocimiento cotidiano en conocimiento para la vida, conocimiento con significado que  vaya permaneciendo y al mismo tiempo evolucionando y sentando las bases para nuevos conocimientos.
AUTOR: TERESA TEJEDA CAMACHO (MAESTRIA EN DESARROLLO COGNITIVO)
REFERENCIAS:

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