sábado, 8 de julio de 2017

Hermenéutica: base de la formación humanística según Gadamer



HERMENÉUTICA: BASE DE LA FORMACIÓN HUMANISTA SEGÚN GADAMER


“La hermenéutica filosófica es el arte del entendimiento, que consiste en reconocer como principio supremo el dejar abierto el diálogo” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004), tal método debe constituir el principio y fin de la formación educativa humanista. No es posible entonces, pensar en la educación como un proceso ajeno a la hermenéutica. Se busca retomar de Gadamer algunas de sus ideas para emplearlas en la comprensión de la educación, desde un enfoque psicopedagógico.
A Hans Georg Gadamer se le ha considerado el padre de la hermenéutica filosófica contemporánea, bajo esta metodología “se propuso desarrollar una nueva teoría de la experiencia hermenéutica en toda su extensión, recogiendo los hallazgos de Schleiermacher y otros pensadores como Wilhelm Dilthey y Martin Heidegger” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004); parece relevante aventurar que su nueva concepción de la hermenéutica toma forma en la fenomenología y el existencialismo. La peculiaridad de la hermenéutica filosófica que él se esforzó en desarrollar se basa en el hecho de poner de realce el perfil esencialmente inestable de la existencia, “algo que constituye el carácter específico y finito del ser humano y abarca la totalidad de la experiencia humana” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004). Hablar de la inestabilidad de la existencia del ser humano implica reconocer que cada uno se encuentra sometido a través de la experiencia, a pasar por una serie de transformaciones, lo que ocasiona que todo conocimiento que se pretenda tener del hombre, no puede lograrse si a éste se le trata de comprender desde el mismo enfoque que se comprenden los fenómenos de la naturaleza. El hombre no puede lograr una comprensión absoluta de sí mismo ni de los demás porque no es producto terminado.
Lo que Gadamer pretende es integrar el progreso de la ciencia y el del pensamiento en una concepción unitaria de la experiencia del mundo, ambos elementos deben desarrollarse y comprenderse a través de un lenguaje común y de considerar el carácter finito del hombre; el primero porque el lenguaje como dice Heidegger, “es la casa del ser” y el segundo, por considerar que la vida humana tiene la garantía de que va a terminarse. Ahora bien, para lograr tal comprensión debe comenzarse por reconocer que todo lo que se dice en una conversación no es lo decisivo; “Lo que hace que lo dicho se convierta en palabra es lo no dicho que en lo dicho podemos captar” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004). El lenguaje es entonces, el medio a través del cual el hombre puede descifrarse ante los demás valiéndose de la palabra, hasta ser capaz de resonar en el otro, comprender al otro; “el sujeto está en relación consigo mismo, se auto posee, no de manera estática sino a través de un continuo  proceso de relación con el otro y con su mundo” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004). El hombre requiere mucho más que la técnica y el conocimiento científico para lograr la comprensión del mundo y de sí mismo, requiere también del concepto, éste puede ser el camino para salir de nosotros y para dejar que el otro se abra camino hacia nosotros.
Cuando se habla del mundo, no puede dejar de pensarse en un mundo tecnificado, invadido por la informática, dominado por los medios masivos de comunicación, un mundo en el que paulatinamente se ha ido perdiendo la cultura de la comunicación y lo ha transformado en un mundo impregnado de egoísmo y carente de diálogo; “Para contrarrestar esta tendencia Gadamer considera necesario cultivar el lenguaje en sus posibilidades más propias, encontrar la palabra precisa pero también el silencio elocuente” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004); tal objetivo requiere reestablecer el diálogo. “El hombre es como una palabra a medias, un balbuceo que sólo se completa y se vuelve inteligible con el otro y por el otro” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004).
Si se considera el valor que Gadamer le da al lenguaje y al diálogo, se comprende que una educación por su naturaleza humana, debe estar basada en esto, ya que “al conversar, el ser humano trasciende su límite, se hace diálogo, se vuelve capaz de esperar, comprender más, comunicar más” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004). Todo docente debe preocuparse en implementar estrategias que favorezcan el diálogo entre él y sus alumnos y entre ellos mismos, tener presente que educar-se es formar-se y requiere de una actitud positiva, convencida, confiada en la capacidad del ser humano para conducirse hacia donde pueda desarrollar todas sus facultades. “Lo que hay que recordar es lo humano y los riesgos que se corren al deshumanizar” (Aguilar, La hermenéutica filosófica de Gadamer, 2004); si continuamos viviendo por y para la técnica pronto tendremos un mundo más lleno de desarrollo tecnológico, pero carente de desarrollo humano.
“Educar-se, como verbo reflexivo, tiene un sentido normativo; el sujeto debe potenciar sus fuerzas allí donde uno percibe sus puntos débiles y no dejarlos en manos ajenas” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004), tal postura permite comprender que la educación en realidad debe ser un proceso de autoformación, donde cada individuo encuentre la fuerza que le impulse a seguir su desarrollo sin tener que depender de los demás, eso sí, con los demás ha de encontrar aquello que le falta y mediante la conversación, aprehenderlo. Como afirma Gadamer, “la convivencia es lo que nos eleva por encima del mundo animal, justamente por medio del lenguaje y como capacidad de comunicación” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004).
El planteamiento central de Gadamer puede ser comprendido en varios sentidos, que son como niveles de profundidad; 1) “Uno se educa a sí mismo porque, sobre todo, el aprendizaje depende de cada cual” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004), esta tesis le concede al aprendiente la responsabilidad de su aprendizaje; éste tendrá que encontrase deseoso de saber, necesitado de superarse, dispuesto a formarse. 2) “Uno se educa junto con otros porque somos seres en conversación, en relación con otros” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004), esta segunda tesis concede a la educación su carácter social ya que es en la comunidad donde interactuamos e intercambiamos experiencias con los otros. 3) “Uno se educa al educar no tanto por lo que logra en los otros sino por lo que a uno le ocurre en el encuentro y la comunicación con ellos” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004); en esta tercera tesis Gadamer otorga al docente la categoría de aprendiz en el proceso educativo, tal es la riqueza de la conversación que los que “educan” no pueden pasar por esto sin ser tocados por la palabra de los educandos. Al compartir el mismo lenguaje, lo volvemos un medio común y así lo transformamos en la casa del ser humano.
Uno de los términos empleados por Gadamer es el de formación (Bildung); este término se asocia a las ideas de enseñanza, aprendizaje y competencia personal, aunque también significa la cultura que una persona posee. “Se refiere tanto al proceso por el que se adquiere la cultura como al patrimonio personal del hombre culto” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004). Se trata de una actitud espiritual que procede del conocimiento y el sentimiento de toda la vida espiritual y ética, que interactúa armoniosamente entre la sensibilidad y el carácter. Por lo tanto, la formación no puede ser un verdadero objetivo. Sólo puede ser buscada en el acto reflexivo del educador. Por eso la formación va más allá del mero cultivo de capacidades previas. Cuando el educador cultiva una disposición intenta desarrollar algo que le ha sido dado, no podría ser de otra manera, ya que la formación es un acto voluntario. Además, lo incorporado a la formación no es sólo un medio que luego pierde su función, ya que en la formación todo se guarda. Por eso, cada elemento que se incorpora a la formación debe ser cuidado plenamente y comunicado de la mejor manera: con las palabras, los silencios y los momentos adecuados. “La esencia general de la formación humana es convertirse en un ser espiritual general”, (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004), esta transformación debe abarcar lo teórico y lo práctico..
“El movimiento básico del espíritu consiste en reconocer en lo extraño lo propio y hacerlo familiar, es el retorno a sí  mismo a partir de ser otro” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004), si se tomara este principio como la base del aprendizaje, los docentes tendrían que procurar el trabajo en comunidad, a través del diálogo, planteando situaciones que provocaran la conversación, aun sabiendo que la falibilidad estará presente, porque es condición humana. Es necesario tener presente que todo aprendizaje se ha adquirido en la interacción con los otros, procurando entenderse con los otros. Por eso la conversación es fundamental para acortar distancias y superar los desacuerdos con los otros. Ningún espacio puede ni debe estar libre de convivencia.
“El humanismo de Gadamer invita a aprender a escuchar, en uno u otro camino, a luchar siempre contra el ensimismamiento y eliminar el egoísmo  y el afán de imposición de todo impulso intelectual” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004).; esto es lo que representa la verdadera tarea de la educación, y la hermenéutica filosófica se torna un camino de experiencia, ya que comprender y entender, es comprenderse y entenderse en el mundo; y esto de entenderse en el mundo implica entendernos unos con otros. Así como nosotros establecemos ciertos límites, los otros también lo hacen y debemos aprender a romper esas barreras que levanta el egocentrismo y respetar las necesidades y espacios de los otros, que son nuestros propios espacios comunes. Comprender es un problema moral de alcance universal. Todo esto requiere del diálogo, de la palabra; “y la palabra empieza a ser palabra viva cuando es respuesta concreta a alguien concreto” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004), por consiguiente, el objetivo de la educación es ser con los otros a través del diálogo y la comprensión, habitando la misma morada que es el lenguaje.
Es de insistir que el lenguaje posibilita al ser humano de juicio, iniciativa, poder, experimentar, acercarse, convivir, conversar, estas capacidades están asociadas a la conciencia; “mediante ellas el hombre y la mujer pueden educarse, formarse y sobrevivir indemnes a la tecnología y al ser de la máquina” (Aguilar, Conversar para aprender. Gadamer y la educación, 2004).  Esto implica que quienes ejercen la importante labor de educar-se tengan en cuenta que el diálogo es el modo efectivo del lenguaje, y que este sólo existe y se realiza plenamente en la conversación.
Nuestra educación requiere entonces aprender a hablar, el uso correcto y adecuado de las palabras permitirá al estudiante aprender a comunicar-se, en la medida en que se comunique identificará sus propias limitaciones y podrá vincularse con los demás, esto le exigirá aprender a dialogar y usar el diálogo para autoconstruirse; tengamos en cuenta que el aprendizaje es personal, pero la experiencia educativa es eminentemente social, y en este complejo social deben estar involucrados los padres y la escuela, quienes constituyen los otros para los educandos. Todos debemos aprender a respetar el punto de vista de los demás conversando hasta llegar a ponernos de acuerdo. Si logramos una educación con estas cualidades, podemos hacer frente a la vida dominada por la técnica dando paso al espíritu y por ende, al desarrollo humano.

Referencias:
Aguilar, L. A. (2004). Conversar para aprender. Gadamer y la educación. Sintetics 23, 11-18.
Aguilar, L. A. (2004). La hermenéutica filosófica de Gadamer. Sinectics 24, 61-64.
Ríos Acevedo, C. I. (2008). Un acercamiento al concepto de formación de Gadamer. Educación y Pedagogía, 13-35.
Vilanou, C. (2002). Formación, cultura y hermenéutica: de Hegel a Gadamer. Revista de educación. 328, 205-223.





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